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Mostrando las entradas de noviembre, 2007

Vestido de negro

Yacía en la cama, la mirada fija en el techo agrietado. Su madre, una sombra envejecida, ocupaba la silla junto a él.  De pronto, la puerta se abrió y entró Nik, su sobrino, imponente en su traje negro. Las palabras brotaban de sus labios como un torrente, dirigidas a su madre, quien, a pesar de su avanzada edad, lo escuchaba con una paciencia infinita.  Nik hablaba de negocios, de éxitos, de un mundo que al protagonista le resultaba ajeno y hostil.  El joven, con su sonrisa triunfante, parecía haber conquistado el mundo, mientras el protagonista, ajeno, escuchaba.  Cuando Nik se marchó, su madre susurró, con una voz que parecía venir de muy lejos: "Este golpea todas las puertas".

Madre desconfiada

Despertó en un cuarto a oscuras, la única luz provenía de una lámpara parpadeante.  Su madre, en la penumbra, le tendía un papel arrugado. Cifras y garabatos se entrelazan en una danza sin sentido.  “¡Mira!”, exigió, “me están robando”.  La ira lo invadió de inmediato.  Golpeó el suelo con rabia, un sonido sordo que resonó en la habitación.  “¿Por qué siempre desconfias?”, rugió.  Su voz, áspera y llena de enojo, resonó en el silencio.  En una esquina, su hermana menor, se acurrucaba en sí misma, sus sollozos apenas eran audibles.  La factura, ese pedazo de papel insignificante, se había convertido en un arma, en un detonante que había desatado su ira y su dolor.  La desconfianza, como una enfermedad, había corrompido y arruinado los lazos familiares.