El Ascenso






Pendía de un hilo, literalmente.

Una cuerda deshilachada lo sostenía a él y a otros cuatro, en un vacío que se extendía hasta el infinito. Debajo, el abismo oscuro los reclamaba.

Ascendió, lento, con angustia, cada centímetro una victoria contra la gravedad y la desesperanza.

La cuerda cedió. Cayó, pero otra lo sostuvo. Siguió subiendo, arrastrándose por una línea que lo conducía hacia la salvación. Al fin, la cima. 

Allí, un joven, lo ayudó. Con un gesto seguro, lo extrajo del vacío. 

Los demás lo siguieron.

Al mirar hacia abajo, el abismo se había desvanecido. 


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