En un rincón tranquilo, alumbrado por la tenue luz de una vela, con mucha curiosidad me sumerjo en un mundo donde la realidad desaparece para dar lugar a lo onÃrico.
En ese espacio, los sueños surgen, se desarrollan y terminan, libremente.
Adquieren, vida propia, por unos instantes.
Secuencias de imagenes, cargadas de emociones y sensaciones.
Rescatadas por la memoria e inconcebibles para la razón.
Portadores de encriptados mensajes.
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