El taxi, en el que transitaba, se transformó en su prisión.
El conductor, figura confiable, habÃa desaparecido, y fue sustituido por un intruso que usurpaba su identidad.
La situación alarmante, le generó una sensación de desamparo. Las advertencias premonitorias que le hizo al conductor, cayeron en saco roto, mientras crecÃa su impotencia.
La ciudad, vista desde la ventanilla, se convertÃa en un paraÃso inalcanzable.
Tomó la decisión de saltar del taxi en movimiento, una apuesta desesperada para recuperar su libertad.
Era la única opción que tenÃa.
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