Su única opcion


El taxi, un espacio de tránsito, se transformó en una celda en movimiento.

El conductor, figura confiable, había desaparecido, sustituido por un intruso que usurpaba su identidad. 

La situación, imprevista y caótica, generaba una sensación de desamparo.

Las advertencias premonitorias que hacía, caían en saco roto y  crecía su impotencia ante la situación. 

El recuerdo de un episodio similar con su contador, una figura de confianza que lo traicionó, agravaba la sensación de desconfianza hacia los demás. 

La ciudad, vista desde la ventanilla, se convertía en un laberinto hostil, un escenario de pesadilla.

La decisión de saltar del vehículo en movimiento era una apuesta desesperada por recuperar el control sobre su destino. 

La multitud, antes anónima, se convertía ahora en su posible salvación.

Era su única opción.

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