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Mostrando las entradas con la etiqueta mistico

El vuelo del alma

Se lanzó al vacío, no por un impulso suicida, sino por una necesidad visceral de trascender su propia corporeidad.  El acantilado, límite entre lo conocido y lo desconocido, se convirtió en una puerta hacia un nuevo estado de ser.  El viento, antes compañero en su carrera, ahora lo envolvía en un abrazo cósmico, llevándolo más allá de las fronteras de la realidad. La caída, lejos de ser una amenaza, era una liberación.  Su cuerpo, pesado y terrenal, se desprendía de él como una cáscara vacía.  El vuelo del alma, era su renacimiento, el retorno a un origen olvidado.  La alegría que lo inundaba, era su libertad.

El hombre arbol

Caminaba erguido, pero cargaba un bosque a cuestas.  Ramas ásperas brotaban de su espalda, enredándose en sus movimientos.  La naturaleza, antes compañera, se había convertido en una carga opresiva.  Buscó auxilio en un extraño, un gesto casi infantil de quien se aferra a una única esperanza. El alivio fue fugaz. Las ramas, símbolo de la naturaleza indomable, volvieron a brotar, más tenaces que antes.  El extraño, nuevamente, con paciencia y destreza, las arrancó una a una, pero la semilla de la vegetación seguía latente en su carne.  Liberado, el hombre sintió una sensación de libertad, pero la sombra de la duda lo perseguía: ¿Volverían a crecer?

Tantra

No podía estar mejor acompañado, dado que  una energía luminosa unía nuestros cuerpos, como cordón umbilical. Nuestros labios se habían pegado en un interminable beso, mientras que  nuestros cuerpos suspendidos en el aire, giraban, uno en torno del otro. ¿Conexión eterea?

Padre enfermo

Veía a mi padre a través del vidrio de la sala del hospital, como si fuera un animal enjaulado. Su enfermedad era sumamente contagiosa y estaba aislado, pero mantenía su habitual tranquilidad. Unos globos adiposos de color amarillo cubrían su piel.  Profundo malestar me producía verlo en ese estado y al mismo tiempo pensaba que la medicina había fracasado, porque la enfermedad se expandía con rapidez.  Entonces, me alejé un poco de todos, tratando de encontrar mi propio espacio para procesar mis emociones, me concentoré y con mis manos canalicé la energia universal en dirrección a mi padre. El chorro de energía que salia de mis manos destruía los globos amarillos de una parte de su cuerpo. Luego, extendía mi canalización hacia otras partes, hasta remover todos los globos amarillos. Cuando finalicé, sentí una sensación extraña, a mi alrededor todo se había desvanecido, no había personas, ni objetos, ni movimiento alguno, solo espacio vacío. No percibía mis sentimientos, como tampoco pod

Gigante

El cirujano se inclinó sobre mí. Con un gesto monótono, preguntó:  –¿Tajo largo o corto? – Era una pregunta que no podía contestar. Sabía que no importaba la longitud del tajo, sino lo que vendría después.  –Elija usted–  murmuré, sintiendo que cualquier respuesta carecía de sentido, ya todo estaba decidido. Mientras mi inquietud crecía, sacó de algún lugar dos prótesis cónicas blancas y dijo:   – Las pondré en sus hombros –  Era como si hablara de algo irrelevante, cuando la operación tenía la gravedad de lo irreversible. Dijo entonces: – La cirugía se basa en modelos – y preguntó  – Cuál es el suyo – Susurré   – Orión–  En ese instante supe que había cruzado una línea invisible, del que no podría volver. No entendía por qué había pronunciado ese nombre, pero sentí que la transformación trascendía lo físico. El riesgo era palpable, pero no podía moverme.    El quirófano se tornó inmenso, desproporcionado, algo gigantesco me aguardaba ¿gigante en el cielo?