Conduzco un auto, por un camino difÃcil, rodeado de agua, con dos pasajeros que me acompañan. Uno es un hombre alto rubio, que lo asocio a la imagen de su mujer, rubia, joven, que me habÃa impresionado por su belleza.
Cruzamos una isla, y llegamos a destino.
AllÃ, un señor en un escritorio nos cobra al grupo un importe grande. Soy yo el que debo pagar, pero el hombre rubio, colabora y se adelanta entregando dinero. Yo encuentro en mi bolsillo un billete de $ 32.000 que utilizo para pagar la deuda. Como el dinero entregado supera e importe, el empleado me devuelve dinero a mi y al hombre rubio, el dinero que habÃa puesto.
Luego me doy cuenta y me inquieta, que al dÃa siguiente debo emprender un viaje en avión al extranjero y que aún no cuento con los elementos necesarios como la documentación y el pasaje correspondiente, que me debe proveer la Armada.
Es un raro sentimiento de depender de la Armada, pero al mismo tiempo sentirme totalmente autónomo e independiente.
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