Dos caras de una misma moneda

















Lo atemorizó la figura del Tirano, detrás de la ventana, porque sabía que sus ojos, desde arriba, lo habían descubierto y lo habían marcado como presa. Era tarde para ocultarse, su destino ya estaba jugado.


Sin embargo, en ese instante apareció un vehículo que desafiaba la gravedad y subía por las paredes del edificio, en búsqueda del Tirano. Sus perseguidores, podían ser al mismo tiempo, sus salvadores y renació en él cierta esperanza.


El Tirano escapó hacia la montaña entonces, emprendió una carrera frenética trás él; el viento contra su rostro y su corazón agitado, pero cada paso lo acercaba a una confrontación inminente.


Finalmente, atrapó al Tirano y al abrir su mano, descubrió que era un ser diminuto y despreciable. Entonces rió a carcajadas!!. Se había revelado que  el poder que parecía inquebrantable, se desvanecía ante la luz de la verdad.


Se dio cuenta de que la libertad y el poder eran dos caras de una misma moneda.

Publicar un comentario

0 Comentarios