La espada de luz

La espada de luz

El circo romano retumbaba con el rugido de la multitud. La arena, todavía vacía, concentraba el mar de miradas anhelantes. El César, una figura colosal, irradiaba un poder magnético. Me uní al coro de voces que lo ensalzaban, sintiendo que la energía de la multitud me invadía.  Levanté mi espada y exclamé “hasta la victoria”.

Monté en el carro de combate junto al César. Los caballos blancos, con sus ojos llameantes, nos impulsaban hacia la batalla. El campo, se preparaba para recibirnos.

Nuestro enemigo, un jefe de guerra vestido de negro, avanzaba hacia nosotros con una determinación implacable. En el momento del choque, hundí mi espada en su pecho. La hoja, de color azul intenso y ondulada como el mar, penetró su cuerpo sin resistencia. Sin embargo, no brotó ni una gota de sangre.

La victoria era nuestra. La multitud enloquecía de júbilo. 

La espada de luz, era un testimonio mudo de la batalla librada. La clavé en la tierra, marcando el lugar donde el mal fue vencido. 

Por primera vez en mucho tiempo, sentí de nuevo esperanza.



¿Espada de luz?

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Hola

Materia gris

Traición y derrota