Tirano


Para esperar la llegada del Presidente, tenía un papel con todas las instrucciones que debía seguir. Sabía que, cuando él llegara, no diría nada, ni siquiera saludaría, dado que todo ya estaba organizado, en ese lugar inaccesible.

Cuando el perro ladró, lo saqué con su correa y lo llevé delante de la oficina del Presidente, que aún estaba vacía. Nos quedamos un rato en el jardín.

Al regresar a la casa, me encontré que se estaban peleando el Guardia de traje negro y el Secretario del Presidente, en un cuarto lleno de teléfonos, consolas y pantallas de televisión. Los golpes de karate de pies y manos iban y venían, hasta que el Guardia asestó uno certero al Secretario, con tanta fuerza que lo tumbó, tal vez definitivamente.

El Secretario había sido un halcón, encargado de ejecutar políticas implacables y deleznables de persecución de disidentes.

¿Presidente tirano?

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