Desde lejos, vio a una mujer de pie al borde del terreno, una figura impactante con su camisa negra y botas de cuero. En su mano, sostenÃa una "herramienta" con tres punzones metálicos, conectados a un cable negro. Junto a ella, un hombre con el torso desnudo estaba atado al alambrado, su cuerpo era el destino de las descargas eléctricas que emanaban de la "herramienta".
Otras futuras vÃctimas, a su lado, eran sombras testimoniales, reflejos de una humanidad atrapada en un ciclo de crueldad.
La mujer continuaba su danza macabra, indiferente al sufrimiento que provocaba; era el rostro de un poder autocrático e inhumano.
Mientras contemplaba la escena con impotencia, resonó en su mente la conocida frase de Hernan Hesse : "El hombre es el lobo del hombre".
La violencia lo impactó y el dolor llegó a su alma.
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