Solo imaginar
















En el inmenso hangar del portaaviones se acumulaban artefactos de poder letal impredecible, que al abrirse las compuertas laterales, serían lanzados en diferentes direcciones, con resultados insospechados.


Sin embargo, para los inocentes turistas vestidos en shorts y sandalias que recorrían la nave, estas armas parecían juguetes inofensivos, sujetos de miradas curiosas e impúdicas fotografías.

La contradicción entre la brutalidad latente y la ignorancia inocente resonaba en su interior, mientras se movía sumergido en la indiferencia de los demás.

El banquete que se preparaba en otro sector de la nave, un festín en medio de tanta amenaza, reflejaba la insólita situación.


Mientras caminaba, observaba cómo una joven turista levitaba mágicamente en el aire frente a un fondo rosa. El cuadro surrealista lo desconcertaba. 


Era como si todo a su alrededor se deshiciera en símbolos: el portaaviones, los turistas, el banquete, el cuadro viviente, una alfombra ocre, donde ella se sentaba y un cartón dorado con una flor dibujada, que buscaba su lugar en la alfombra. 


La situación se transformaba en un rompecabezas difícil de resolver.


El último enigma llegó con la frase de la joven: “No te imaginas cómo vivimos nosotros”. 


En esas palabras flotaba la revelación de una existencia separada, desconocida para él, donde sólo podía imaginar.





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