Lo que encontró no era lo que esperaba















El barco se alejaba, una isla flotante que lo abandonaba en un mar de dudas.

Desesperado, saltó a una embarcación menor, una barcaza que zarpaba, en ese instante. 

Al alcanzar el gran barco, lo que encontró no era lo que esperaba: tres figuras obesas, encastradas en sus asientos, dormían plácidamente, sus panzas como lunas llenas. 

Un barman, malabarista, con una sonrisa de lado a lado, jugaba con botellas vacías.

El barco se convertía en un escenario de una fiesta multitudinaria. 

Los fuegos artificiales, estallidos de luz en la oscuridad, iluminaban la farsa de esa existencia.

Al final de esa noche sin sentido, comprendió que el verdadero viaje no era hacia el barco grande, sino hacia las profundidades de su propio ser, donde las preguntas sobre su identidad y propósito brillaban aún más que los fuegos artificiales.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Hola

Materia gris

Traición y derrota