Reconciiación
Se encontró frente a NIK, una figura agradable, pero hábil psicópata y traicionera al fin.
Ahora estaba allí, parado pero mudo.
Él le preguntó : ¿debo darte la mano?
El silencio de NIK lo abrumó.
El gesto, tan sencillo y absurdo a la vez, se consumó.
Él extendió su mano y se unió a la de NIK.
El aire se impregnó de un aroma de rosas frescas, un perfume nítido de rosas blancas, invisibles pero presentes, irrumpieron en la escena.
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