Descendieron del colectivo, una fila interminable de personas que se internaban en la selva. El americano, con su sombrero texano desentonaba con el entorno y encabezaba la procesión. La noche envolvÃa la selva con un manto oscuro, solo interrumpido por las luces de una feria lejana. Los puestos de venta, prometÃan una diversión atrayente. Entre la multitud, se oÃa una voz metálica que con un megáfono anunciaba el puesto 22-62. Allà encontrarÃan la respuesta para el inicio de un nuevo viaje. Sin embargo, él no dió con el puesto. Rostros extraños se interpusieron en su camino. La feria, con su atmósfera de carnaval andino, se transformó en un laberinto sin salida. La búsqueda del puesto 22-62 se volvió una obsesión superada.
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