Despertó sobresaltado, la imagen de la niña y los seres alados aún grabada en su retina. El sueño, vÃvido y perturbador, lo habÃa sumido en un estado de angustia. La niña, pequeña y frágil, yacÃa inerte en el centro de una danza macabra, su cuerpo destrozado por las afiladas picaduras de aquellas criaturas. Los seres alados, con sus cuerpos extraños y sus ojos brillantes, eran la encarnación de una fuerza oscura e invisible, que también reside en la profundidad del ser humano. La frenética danza alrededor del cuerpo inerte de la niña era una ofrenda macabra, un ritual incomprensible que lo llenó de horror.
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