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Mostrando las entradas de julio, 2017

La cancha que no fue

El arquitecto, encarcelado en la jaula de oro de un encargo de una empresa, se vio inmerso en la tarea de diseñar un espacio de recreo para los engranajes de una máquina industrial.  La cancha de pádel, un oasis artificial en un desierto de hormigón y vidrio, debía ser un espejismo de alegría, un bálsamo para almas fatigadas por la rutina.  Pero a medida que trazaba líneas y calculaba ángulos, con amplia libertad, una sombra se proyectaba sobre sus planos.  Los lujosos salones de los gerentes, testigos mudos de un poder económico, se erigían como una acusación silenciosa contra la futilidad de su labor.  El arquitecto, cautivo de su propia creación, anhelaba la libertad de las nubes que se mueven indolentes por las alturas, indiferentes a las ambiciones humanas.