La tienda abandonada





La tienda de arte había mutado. La pared, antes sólida y cálida, ahora es fría e impersonal. 

Manuel, el artesano, había desaparecido, evaporado junto a las virutas de sus esculturas. Sus obras, antes llenas de vida, yacían inertes en los estantes, como fósiles de un mundo pretérito.

Al avanzar en aquel espacio, encontró una fiesta a la que no había sido invitado. 

Aislado, se sintió intruso en su propio mundo.

Al salir, chocó con una mujer adulta, canosa, mayor que él. 

Un roce involuntario y la mujer retuvo su mano, su sonrisa, una grieta en la realidad. 

Comprendió, entonces, que el mundo era un laberinto sin salida para él, se sintió perdido.




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