Cada uno en su casa


Ella, envuelta en un sudario blanco y antifaz negro, anunciaba su partida a una reunión. 

El niño nuestro, que yo llevaba en brazos, era testigo de la escena. 

Rechazó el pedido de que se quedara.

Su negativa se transformó en una sentencia irrevocable: "separación". 

Cada uno en su casa.

El hogar, antes refugio, ahora vacío.

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